Y salgo de mi casa a buscar la lluvia y el prematuro cambio de la hoja y algo lírico a buscar al olvido en la escuela del sur. A buscar mis zapatos en tu casa a aparecer temprano desde el inicio del tiempo. O sea que no he muerto todavía: me faltan los versos libres el año que viene, entonces puedo mover rehacer cambiar de hueso o de falo irme con la pereza de un planeta que está naciendo. O sea que puedo cambiar de nómina y de sudor ¿elijo el tuyo? No te esperaba pero abres mi polen como nunca y me encierro en el mundo de tal vez en tal vez hasta un hoy así pues, comienza la sencillez: con un tuyyo y un tuconmigo y un Sintigo airado un hastahora y un hastaluego un ángel de cetas y besos de caníbal: un delamano y un ojalá lleno de muchas veces, un día de nós y un entre todos: un Sí en mi alma siempre es de día. Así comienza el verbo en tu boca desde años labrada por el tiempo: | cómo si desde hace años estuvieras conmigo y yo como si desde años estuviera contigo: como si volver supone arrancarse trozos de uno mismo y amarse. Así comienza la historia en el desliz del reloj donde resbalamos a gusto (Tú acá en el yo del consciente: huesito primitivo, arde la salamandra épica; tu tobillo tu mano se atan a mí desde el pleoceno y tu otra mano se posa en mí como una tilde) Así, en esta república de años amontonados estamos atados, de rodillas nos amamos la belleza no es amarga. Yo soy tu exilio. A mí regresas inefablemente trayendo el ruido de la lluvia y un caracol andariego.