para este día cinco
porque siempre ha otras razones y otras formas de ver la vida y la poesía.
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Anochéceme en está página. Si acaso esta pesada gota que me roe el alma o este fuego que me adivina el horizonte [mi imaginación que no hace volar la montaña mi mano: cardumen de espejos confabulados a no mostrar mi imagen ante nada] espejos pájaros y abejas pájaros cubren el cielo tempestuoso de la ciudad. Movimiento y hielo en la opacidad del himno: sarcófagos de miel, de ruinas y de escombros. Ya no iba con mi mano, sino desnudo de pieles y monumentos, de lámparas de nieve. Corona esta ausencia pesadísima haz que lluevan fresas y pelos de girasol: haz que ya no se mantenga la luz sobre la sombra. Ya no hay un animal que se vuelva sombra ni dintel de tesoros. Lenta moneda que transcurre en el día entre abanicos gigantes: noche de plumas: vendaval de álulas y huesos fósiles: tierra de nomeolvides y pasados. Alma no sembrada nunca en los arrecifes: paraíso de arco y orcas: animales de la jungla de polvo y oro: el cielo es el alto ramaje de lo que se pudre. Lenta noche: estatua de agua y suspiro [ayyyyyyyyyyy] Mi pluma ya no es nada: escamas de mariposa sangre descolorida de jirafas degolladas por el sol en plena tarde donde un hombre iba escribiendo. Roca que pesa y se desata: animal hervido de uñas. Ya me acostumbro a la triada del monzón: | lluvia, | granizo, | pelos en el horizonte formas antiguas que toma mi lágrima cuando se lanza en búsqueda de un cuerpo; sábana de polen: abeja transparente que grita y se consume. ¿Notan las diversas agujas que surgen del desierto sonoro de la luz versus la sombra caída? ¿Alcanzan a acariciar el viento nocturno de la ola cuando se desviste eterna bajo el manto de la perdiz? Insomnio que acecha cada vez más mi intimidad: ¿Alguna vez han asistido al funeral de las garzas cuando se mueven entre la piel del tigre y se consume su largo aliento por donde sopla el viento alegre? Yo sí.