Sombra de perla infinita

...
Los astros juegan con tu pelo
y los pájaros no dan cabida a tu ternura, vas más que ellos.
Te pareces el filo del rayo
quietud en marzo,
te pareces a la sombra de la perla infinita,
a la copa de sangre en la noche de las piezas,
animal florido
que avanza, no se detiene, llega, se va
se desarraiga, me convierte y divide mi alma en cestos.

Ahora que te veo desde la orilla hecha sombra
y te siento como grieta en la roca o
agua en la jarra con claveles dormidos,
columna de vapor, azulejo del mar y de la ola:
fuente de la peña y flor aún no nacida en el manantial.
Eres todo y nada, estás en todos y en nadie.
Nadie es sino tú
Nadie se te parece.
Estás en todo y de ahí naces.
Grieta absurda del despeñadero; mármol de miel;
lunar perfecto atrapado en el lado izquierdo del mundo;
surco solar; peñasco de los cóndores;
imán del deseo y de la fruta;
aquí voy como espina diminuta sobre el país del duelo.
Reino de ciudades de agua;
pastor de la medalla, reina sobre el polvo y el incienso.
Inmenso vértigo del que naces,
liana que se deslinda del fin del mundo,
del fin del bosque llovido.
Guardiana de las llaves y los confesonarios.
Planta nupcial, dama del carmín, enredadera silenciosa.
Paloma de la guerra; anís centurión;
uva de vida, alma de las naranjas; ave sin ecos de mi voz
nacida.
señora de la lima, dueña de la especie;
candil del puente sobre el acantilado; terraza de amor;
racimo de uvas secretas;
azúcar en cada parpadeo; paisano de las aves;
nieve en el páramo, luz maternal y miel deliciosa;
bahía que da al placer; arena esbelta.
Testamento de la razón,
verde y tibio: golpes en la hondananza.

Mirada perdida en el templo, rostro devorado
adolescente roto hasta el cansancio, perseguido;
años de la memoria, días sujetos por hilos a tu nacimiento.
palabras circulares,
rostros y renos del polvo,
siempre las flores cortadas dan a un solo patio
a un solo lugar insospechado de la memoria,
siempre la sangre recorre el infinito
y la paz no da un acantilado…
arde el instante
se consume el día y la tarde y la flor
se engendra la tristeza
se hace vaivén el muro
todos mis ancestros fueron poetas
todos los hombre son poetas
todos los reinos dan a tu saliva
todos los minutos son un siglo
cierras el paso a mi acostumbrado temor

no hay silueta de frente a mí, solo la calle junin,
solo el instante cobrando vida esa noche,
la muralla y la estrella,
el beso y el disparo, la noche cubierta de huellas,
personas soñando, bailando, fumando
mi sueño duramente esculpido frente al pavimento,
la noche me esconde
el sueño contra el sueño.
Contra mi límite tu límite.

el pulso reventado en el alba
tu mirada que se eriza en la huella, en el invento
te invento para que existas;
el espacio de afuera se desborda,
todo se amuralla y se pierde;
el pulso iniciando el recorrido; la luz
palpita,
el florero renace,
todo choca contra mi alma hasta tus ojos.

El mundo aterriza con su horario deplorable.
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