LAS lentas gaviotas de la playa

Quiero abrir la sequía de piedra y tierra
a la razón de las uvas, 
a la mentira del árbol. Ser de nuevo un muñequito en tu
tímpano
perder el secreto de que nos desvanecimos
por ese silencio que se cae
a los pies desnudos del páramo
donde solo la espuma es origen de todas las cosas.

Y para decirte todo esto
tengo que recoger palabras de espuma y lluvia:
mojadas y lisas
para que atraviesen la piel danzante tuya.

Porque solo basta un parpadeo
y una carta de hoja verde para tocar el fondo.
Porque tu resplandeces al filo del agua
y día tras día
te asomas a mi cadera y aun así no te veo.

¿De qué país salitre salimos?
Algunas palabras y canciones se han ido
y no han vuelto el rostro
y es imposible hoy pronunciarlas
y esa canción que te dediqué
en medio de la ruina de los espejos maduros
¿te acuerdas?
	| me complace amarte
	| disfruto acariciarte
	| es escalofriante hacerte sonreír
precisamente esas palabras llorantes
ignorantes
secretas. 
Ahora el paisaje se escapa de mi cuerpo
mis rodillas ruedan por el vértigo de la hora
las casas se aman como cosas
los trenes y las estaciones despegan de mis uñas
la noche emprende su vuelo
pero también mi cuerpo se escapa y se contrae
y tú entre todas las claridades te me pierdes.

Aunque vuele y dedique canciones
hay pájaros de nieve volando cerca de tu habitación
¿los escuchas?
la luz de la habitación trae frutos dormidos
las alas de esos mudos pájaros llevan polen desnudo
para cobijarte.
Ahora solo bebo por lo que no pudo ser
y lo que fue está muerto.
Sin embargo, nada apaga mi pensamiento
ni un solo instante
Alcé la cara al cielo con ese cardumen de nubes
y vi solo unas letras vacías
ya nada me revelaron las estrellas: solo la poesía.

Para escribirte debo seleccionar 
los silencios, los pájaros, las ciudades
las cascadas, los arrecifes: peces rotos
y controlar mi gramática para que no escriba palabras
como “vuelve” o “textraño” o “teamo”

debo ordenar la noche
y apaciguar el llanto de las flores nupciales
que nos tenía como eternos,
debo calmar la soledad de ojos y bastos. 
No debo caer en esas humedades
debo rearmar el ejército de las estrellas,
pensar en todo
pensar en todo lo que te he escrito y no llorar:
ordenar mi casa y mis pensamientos
de galería obstinada,
debo ir con un arma filada a la estancia de la palabra
para cortar un sesgo
y una pluma.
Debo construir una nueva casa para habitar
y un espejo que no se lleve el viento.
Debo lavar mi tiniebla
y mi casa
para que yo mismo inacabable pueda acabar
y que el peso de tu leche diurna
no se me desvanezca entre la tarde y mi mano.
Y cuando un pensamiento decida posarse
nuevamente en ti
| d  e  s  f  i  g  u  r  a  d  o
en una ciudad vacía yo lo ate eternamente.

Debo hundirme eternamente en ti
para salir yo a flote.
Que siempre caigamos con nuestros ecos sumergidos.

Fabricamos esta misma sed que nos acecha.
Al cabo de estos años
alzamos una flor roja y húmeda. 
Es verdaderamente admirable tu quietud de soldado.

Me destilo a mí mismo.

Te lo digo: por los pasillos, por los versos
todo anuncia un desnudo de guerra, 
y un viento violento.
Te imagino delirante y subterráneo.
Capitán onírico: sueño estéril de besos.
Insisto, vencedor
porque tan solo existo porque existes
y mi palabra es útil para nombrar tu existencia.
Impalpable y despótico
grazna en mi alma
balbucea mi nombre y váyate. 
Solo tu sed es la que combato todo el día.
Me dolía mucho sentirme como un barco
abandonado
o un pez al costado de la magia,
quizá para amar de verdad 
primero haya que amar de mentira.

Como si ya no fuera suficiente
regaré mi ternura expuesta todos los días
por la semilla agria
y vendré a ver el fruto al origen del mundo.
A la naturaleza abierta le daré un soplo
de aguja,
contratodo todo está bien.

Mi sangre despierta y yo sudo en contra de la tierra.
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