a quién decida el ritmo de este poema
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. Tienes una boca nómada, aurífera, lenta y pesada como una moneda de liquen. Ruptura mágica de un parque. Cuchillo que corta los meridianos y los paralelos invisibles del mundo. Calavera sonriente en la vereda fantasía de semilla ascensor húmedo y estrabillado. Una capa que silba en mi cuerpo, risas en el ambiente una patria y en mi uña un himno justo. Error gramatical de cuchara malestar en mi diadema disciplina de mantener mis huesos húmedos a través de tu boca. Jalar el humo de una ventana abierta. Es aterrador para mí – como poeta – no poder traerte de vuelta en mi párrafo. Es aterrador que mi cuerpo soporte el peso tuyo. Rizoma blanco manos que gritan y se esbozan. Después de esta poesía eres mi carne mediaco(no)cida. Música que hierve en mi oreja izquierda. Estoy caído de una tilde inmensa ruta de piedra y lluvia. Huérfano de cal irrisoma atrás de una cobija nómada. Relatos de manzanas heridas fumadas y toscas en el puño del alma. Mito de rabia y un casco de sal agria en la poesía. Vapor negro que tiene llaves pequeñísimas. Orilla gris de un gallo atado a mi espalda. Te veía en mí y, en la columna de una hoja: grada amarilla de tísico. Fatalidad de signo una aguja en el centro del pecho airado leyendo un libro de mar estoy vivo por innato y diálogo.