Bueno, este poema es una larga declaración
¿Porqué el amor tiene que ser tan complicado?
me siento inmensamente triste, sigamos. Solo sigamos escribiendo.
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He soñado con la vida y con un muelle: uno entero de mirlos cantores. He soñado con tus botones y jarros en mi habitación. A lo largo del puente una boca de pez que me mira, una madre mía, a lo largo del muelle una vida y una equis, una equis sonora que parte desde tu hondo a mi sien. He soñado con un puente y una medalla, un “aquí y ahora” un “tú y yo contra el mundo”. Suspiro ahora al borde con esa inasible sombra de jauría y ese diente atrapado en la proa; he soñado con tu abrazo una fresca pintura de trazos y manos y el dintel de tu boquita amarrada a mi aurora. A lo largo de algo he soñado con algo a lo largo del muelle y del puente un largo número que se ahoga. Se diría que hoy el aire está quieto y suspira en devoción animal bajo una sombra, pero hoy suspiro yo, suspiro con mi hambre triste y mi adjetivo en huelga si unir dos palabras es la ruina unir dos ocasos es el templo y la luz; si unir dos adjetivos a un sustantivo es un poema unir dos escombros a una escalera es un sacrificio y hoy, sobre este muelle y sobre este puente, suspirando, con mi hambre triste, yo, sacrifico al poema y a la escalera. Pues es así, una tristeza que no cesa y no se cae, no sé a qué juegas ni si me arrimas o me viajas; me da miedo el miedo y me da risa mi hambre; antes triste, ahora desnuda. Ya no avanzo detengo el goce e intento salir a flote pero mi negro y humo esqueleto me sonríe | “de qué me acuerdo cuando sonrío”? es porque ya no tengo hambre, no tengo hambre, ni tristeza, ni puente, ni muelle. Y entonces me ronronea la rosa y la arranco y con ella voy a tu casa o era con un ¿clavel? | ¿azul? estoy desierto de sueño mi invisible aroma derrumba un tramo de mí ahí queda toda emoción mía y tuya: colgada del tren de la estación gris: leña a leña me consumo, lento como un pájaro trata de ver en la oscuridad. lágrima a lágrima detrás del viento. ¿Cuál es la campana que gime sin ninguna explicación por la tarde que no explica su orilla? todo esto que escribo y hasta tu ausencia me hace poeta: un poeta con hambre; me hace caminar por los trapecios, me hace caminar por el parque postizo de la CCE. Mi coraje es la vida y eres tú y eres tú en la vida: no hay goce que pegue la diadema de sol sobre mi cabellera asustada. Estas palabras que las digo, las repito y las escribo, ¿te esperan? ¿se hacen humo y se van por la chimenea? No puede ser que el lenguaje sea la forma y la nariz de un poeta, todo nacido para ser será para abandonarse se ha caído, para arriba van mis huesos para abajo mi hambre triste, desnuda, amplia. Ahora, solo yo veo ese muelley, ese puente de verdes maduros y collados, solo tú en este día me saldrías a ver y colocar mi alma dentro de mi hambre. Solo tú; ante ti soy; y me invento yo, ante ti, sudo de tanto puente, y tanto muelle, de tanto corazón que no se ha vivido jamás. Quizá de ti necesito algo | varón de humus hembra de olvido y tregua, extrañando la misma boca que un día maldije y besé que un día comí y poeticé. DOS visitando el mismo duelo|duele de esta sonrisa ironica|onírica ¿Hasta cuándo este nudo y este nido, se hace eso la lluvia cuando camina, o es que solo me moja a mí cuando te vivo? Temo que tu vida se vaya por un tajo y que se enrede y se desenrede por un ápice de tol, temo que te quedes sin mi sonrisa, y sin mi puente, y sin mi muelle y sin mi vocal, temo que te vayas y me vaya sin habernos probado sin haber saciado el hambre, sin tocar la cuerda del río de patos y guitarras de esa ciudad Loja ¿por qué sin más se nos da sin menos? Realmente estamos atados a la locura y al vino sudamos para abajo. Cae la lluvia, así sin más, sin ojalases sin verbos a quién conjugar, sin razones para tener barba. ¿A quién mojar? Tengo miedo de no tener un timbre alto ni una voz para sacrificar ni poseer ese latido vital y frutal del corazón que se desanima, tengo un miedo sincero. Y es en tono cierto que me fugo con mi antorcha; quise saber el porqué de mi hambre y de mi muelle y de mi puente roto cubierto de naranjas-atardeceres; quizá si nací con este alfabeto competente y completo pero con hambre, mi hambre tiene un otra hambre, triste, desnuda, amplia y sin orillas. Perdido, ya no quiero mi pecho ni mi mar, no deseo lujuria de la letra; me ha empapado la desocupación y la melancolía hoy es un día, qué día, ¡qué día! se me ha sufrido el pecho y la rodilla, se me ha ensuciado el hambre y me ha llamado la locura y si, ¿y sí? quizá me dé una bala de felpa que entre en razón la idea: la idea de no escribirte ni lanzarme en tu búsqueda. Qué espantoso es todo ahora. Eso es todo donde pongo cada palabra me asusta, me grito y me duermo. Hacia tú: es eso hacia los demás. Hacia dónde del qué, es eso desde dónde: de ti Hacia allá es que voy o es que vine. Hacia allá de mi hambre, más antes de la sed. Hacia el tú, es hacia el todos en mis últimos conflictos me ha ganado la vida. Ese pedazo de maternidad me crece cada rato, cada vez me grito. Cada puerta abierta en el mundo es un yo que te mira y es un hacia acá mírame hacia allá voy, y desde ti vengo. En oposición a la razón yo soy fundamentalmente onírico: un puente y un muelle que sufre dos veces la misma pisada hasta dolerme el alargamiento del dedo del árbol hasta romperme el cáliz de un adorno hasta ver mirar el adorno del ave. Hay muchísimo que hacer de dónde escarbar y encontrar, pero no. No hay ya un tú ni un “mor” al parecer mi desnudez se planta como un aroma y se desliza como una resbaladera me moja tu lágrima tu nariz, y tu pie descalzo. Amado sea el hueso de tu sonrisa y el pez que mandé a tu alacena ayer. Oh, señor desconoce mi huella, pero planta en él un hálito de hombre y una huella digital de párpado. Lirad. Hoy hago un traspié entre dos estrellas. Hoy llego hacia mí más o menos en dos pétalos o más o menos en dos cosas de verano. Todo ha sido dado frente a mi sensibilidad. Cadera de mis tristes abuelos y márgenes. el lenguaje me impulsa a la leña. Hay un diámetro encerrándose en mi altura y hay un caballo vendiéndose en mi alma. Mis huesos no concuerdan con mi género ni con mi número, el verbo se me hunde en el baño. Entre los dos hay seres que nos habitan y nos descuelgan de las barandas de pilas que lloran y gimen. ¡Ay! mi tristeza mi rabia mi desesperación mi ira tienen ahora un alto grado de perfección. Sobre estos paisajes lloran cuadernos y básculas: huellas y difuntos. Más allá de la pasión que hemos vivido hay un muerto que nos habita: una pasión ácida y una colmena de encuentros sexuales. ¿Agua y sudor la noche del martes? ¿nos encerramos la lengua en el sexo una vez más? ¿Y si me llamas? ¿y si te respondo? Sobre estos dos asuntos llueven poemas. Dejemos que nos abracen. Seamos hoy los dos contra el mundo: que la letra nos dé su sangre que la lágrima se apiade de nosotros que la pronta cuerda nos bendiga. Eres tú, he de encontrarte, eres tú torcido en mi pecho llaga en mi sangre humana. Hay muchas vidas en orfandad: no seamos enemigos para nosotros que hablen todos por los yoes. Deja que los poemas se aplasten por su propio peso déjalos caer por tus muslos ciegos y por tu espalda llena de mis índices. Bien sabes como yo que no hay leyendas sobre la piedra que no nos involucre y bien sabes que yo poematizo tus piernas y lunares que poematizo sobre tus poemas. Y que yo. ¡Yo! busco en el idioma un rey. No sé cómo está mi hambre ahora - desnuda, con más hambre, amplia, sin orilla, con jaulas - pero mi emoción es verdad. Mi mano es verdad. Bien sabes que eres una noche inagotable. Inmensa poesía que me revela cuando cierro los ojos.