un hilo invisible de la escritura
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Hace días que llueve mucho, hoy igual parece que el agua lava las puertas del mundo como los campesinos la entrada de sus casas, El otro yo mira la lluvia piensa en escribir una carta de amor una carta para quién vivió, que está a su lado que cocina, que tiene lunares que hace el amor con él y se asemeja a la sombra. Hace días que no hay palabras de amor mi otro yo entra al cuerpo por unas manos, por unas manos se entra a muchos sitios un pasaje, al espejo al alma, al trabajo, a los lugares del mundo pero no al mundo, ni a un cuerpo ni al hombre, ni a la mujer ni a mi alma: ese cajón lleno de polvo. Hay días como hoy, que llueve y llueve mucho y me cuesta escribir la palabra amor; porque decir amor es una cosa pero demostrarlo otra; porque solo el alma y el cuerpo saben cuando se unen las dos ni cuando, no como se puede explicar; por ello mi yo a veces nace y muere por ello tengo tormentas en mi boca palabras de naufrago, palabras que no traen barcos, ni vientos, solo palomas en la plaza, palabras que se sacrifican y nunca nacen y el cuerpo y esas manos se dejan caer en esas cartas que no se escriben como el silencio que perdura entre claveles o rocas o como yo y mi alma o mis manos que piden tus manos o como mi mano derecha que escribe de tu mano izquierda. Escribo a mi yo que mira la lluvia y a tus manos y lunares y a mi corazón hervido.