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Hiere tanto que no estés
y que te vayas por el envés de la luz
Si estuvieras acá, junto
y no donde no hay huéspedes
en líneas australes verdes
en el sueño
a mitad de la noche
entre risas
y mares revoloteados,
allá en la densa niebla
que cubre el
pecho de los pájaros.
Porque en el sinnúmero de casas estás
como un material profético
Desprendido,
como un lirio giratorio
que nace de una hoja
en movimiento,
triste crisálida
dulce miel quemada y esparcida,
a cierta edad
en lo azul
se desprende – un sí –
mi sombra
ya se mueve fuera de mí.
Aislado, así. Humano
otro día que no estás
Ante la idea de despedida
te ruego me cobijes
No finjas querer ser,
finge tu culpa,
la pequeña cicatriz de adolescente
en la ribera del día,
otro día al fin
que se acaba, se ve morir
el viento
en la boca de todas las aves,
se ve morir
el deseo de recogerte
por la luz
y por la luz irnos
Esa vez, esta vez
iré a tu encuentro
Aun con todas las posibilidades
de lluvia,
Atento estoy de recoger tu cielo,
atento de mirarte,
atento de recoger mis pájaros negros
atento de ir con mi pecho inundado
de flechas
atento de guardarme en tus piernas
como un sudor frío.
Ausencias nada más
aquí y allá
un ala cantora
me lleva
me llama, iremos
(¿iremos?)
fugaz,
veo la tímida
golondrina
nacerme desde
dentro
Mi pasión así desciende, se le ve bajar
con olor a ciprés, casi las seis
la brisa de los días
en su aquí y allá,
la sombra que gira y gira, y llueve sobre mí.
Y ahora mi pasión te llama
desciende sobre el helecho de tus pies
y en tu corazón de flor pálida
mi coraza azota,
se desprende de mí
una larga hilera de esquinas rotas
y chimeneas en pasajes largos
y en la esquina,
y en la calle
y ahí, al lado izquierdo de tu nombre
un caballo sopla
es mi pasión que desciende
cuando despiertan las farolas.